Los Caligaris transformaron la Arena CDMX en una explosión de color, música y felicidad ante más de 15 mil fans, con invitados especiales y un espectáculo lleno de energía y comunidad.

Durante la semana en redes sociales los fans de los Caligaris estuvieron haciendo un llamado para llevar globos de colores, porque ya sabían bien que iban a una fiesta.
Y así sucedió, la Arena CDMX se convirtió en un auténtico circo musical. Los Caligaris, la banda cordobesa que ha hecho de la alegría un estandarte, reunió a más de 15 mil fans en un espectáculo donde el color, la energía y la nostalgia se mezclaron en una misma explosión de emociones.
Desde su creación en 1997, Los Caligaris han llevado su espíritu circense y su mezcla inconfundible de rock, ska, cuarteto y cumbia por el mundo. Pero es en México donde su magia se multiplica.
“¡Qué viva México, cabrones! Qué alegría vernos… muchas gracias por su cariño, lo único que van a lograr es que sigamos viniendo”,
gritó Juan Carlos Taleb, desatando una ola de euforia colectiva.
A las 21:20 horas, entre una lluvia de papeles de colores y globos llevados por el público, los doce integrantes del grupo irrumpieron en el escenario al ritmo de La Abundancia, dando inicio a una velada que celebró la vida, el amor y la música.
El escenario, ambientado como una cancha de baloncesto con canasta incluida, se convirtió en el terreno de juego donde músicos y público compartieron risas, bailes y complicidad. Tres enormes pantallas proyectaban imágenes vibrantes que acompañaron cada canción, creando una atmósfera inmersiva.
La fusión musical característica de Los Caligaris brilló con fuerza en temas como Que Corran, Mi Estancaría y Yo y Añejo W, coreados por un público que no dejó de saltar ni un segundo.
El concierto también tuvo momentos memorables con invitados de lujo. La Sonora Santanera contagió su ritmo con Frijoles y El orangután, mientras que Mario Bautista se unió a la banda para interpretar Todos Locos, uno de los pasajes más celebrados de la noche.
“Yo siempre he tenido la idea de haber nacido en esta bendita tierra. Muchas gracias por todo su cariño”,
confesó emocionado Martín Pampiglione.
Reafirmando el profundo lazo que los argentinos mantienen con su público mexicano.



















A lo largo de casi dos horas, Los Caligaris ofrecieron un repaso por más de dos décadas de trayectoria, complaciendo a sus seguidores con joyas de su álbum debut Yernos Perfectos (2002) —como A Vos— y con clásicos infaltables como Razón, Quereme Así y Mejilla Izquierda.
El cierre fue épico: Kilómetros, himno de su disco No es lo que Parece (2007), resonó como un canto colectivo de felicidad y gratitud. Miles de gargantas se unieron para corearla, mientras serpentinas, luces y aplausos envolvían el recinto.
Entre risas, abrazos y lágrimas de alegría, Los Caligaris confirmaron que lo suyo va más allá de la música: es una experiencia de comunidad. Un encuentro donde el circo, el rock y la felicidad se funden en un solo latido.
Porque sí, este fin de semana en la Arena CDMX, Los Caligaris lo hicieron otra vez: convirtieron un concierto en una fiesta que nadie quiso que terminara
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