La vida tumultuosa de Kurt Cobain, líder de Nirvana, desde sus días de miseria hasta su trágico final. Descubre su lucha contra la depresión y la adicción, mientras su música, incluyendo el icónico ‘Smells Like Teen Spirit’, lo consagra como una leyenda del rock.

A 30 años del 5 de abril de 1994, con una nota de suicidio que rezaba
“Es mejor arder que desvanecerse”
dedicada a Boddha (amigo imaginario de la infancia), el cuerpo de Kurt Cobain fue hallado sin vida. Aun con los notables éxitos con Nirvana, su existencia estaba protagonizada por una inconstante etapa de miserias, depresión y tendencias suicidas; la fama y popularidad eran un inconveniente para su día a día.
«No tenía realmente un plan. Cuando todo da vuelta y se sacude así, te levantas cada día pensando: ¿quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Qué estoy haciendo? Recuerdo los días después de que Kurt muriese, cuán raro se sentía levantarse sabiendo que ya no estaba con nosotros y que yo, sin embargo, tenía un día más. Como, okey, ¿qué voy a hacer yo con él ahora?”, comentó Dave Grohl, ex baterista de Nirvana y actual líder de Foo Fighters.
Pasó de ser el conserje de su instituto, viviendo en la miseria y durmiendo bajo un puente o en su propio auto, a la leyenda de la música. Idea que en su momento rechazó para convertirse en un simple músico secundario, visión que chocó con su antiguo mánager en Nirvana, que afirmaba que trabajó muy duro para alcanzar la fama y que se implicaba en todos los detalles del grupo, desde diseñar camisetas hasta estar pendiente de sus videoclips en MTV.
Sea como sea, Cobain fue responsable en gran medida de dar forma a una canción que terminaría por convertirse en un himno generacional, «Smells Like Teen Spirit»; una imagen muy simbólica y poderosa de la necesidad de cambio y aire fresco que se preveía desde algún tiempo atrás. Por su parte, el público lo nombró como la Voz de la generación X.
En su última etapa de existencia, luchó contra la depresión que arrastraba, la enfermedad y su adicción a la heroína. Eso, y la dificultad para sobrellevar la fama, las presiones profesionales y personales, lo llevaron a quitarse la vida en su casa en Seattle, cumpliendo una de las amenazas que ya había expresado en una anterior y fallida nota de suicidio donde expresó
«elijo la muerte».
Preferimos recordarlo por su música y todo lo que consiguió con Nirvana, en el que destacaba como compositor, y lideró un proyecto musical que consiguió vender más de 30 millones de álbumes en Estados Unidos y más de 95 millones en todo el mundo.
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