El texto describe la carrera de Armando Palomas, un rapsoda callejero y polémico que utiliza sus letras impactantes y un estilo irreverente para plasmar la cruda realidad de su generación.
Su relato, lleno de excesos, tragedias y triunfos, muestra cómo transforma sus vivencias en una propuesta musical única y provocadora.

Apologista de los excesos, seguidor de los sin futuro, versificador de lo impensable y representante de una generación extraviada entre rock, pop, heavy metal, hip-hop, bolero, blues y hasta en la canción tradicional mexicana,
Armando Palomas se ha convertido en el rapsoda callejero por antonomasia y actualmente es el rolero más polémico y, en vivo, el personaje que aún sigue rompiendo moldes de lo políticamente correcto: «Si no hago caos no estoy a gusto. Un concierto con caras largas vale madre» dice.
Palomas inició su carrera, lugares comunes aparte, al ganar un concurso con una agrupación formada en su barrio, en Aguascalientes: «La banda se llamaba La Clica. Nos ganamos un video —hasta salimos en la tele— y una grabación. Un día, en una muestra de rock, los de La Clica me dejaron colgado. Yo dije, ‘vale madre, qué voy a hacer.’ Conseguí una guitarra de palo y me trepé a tocar, no las canciones de La Clica, sino inéditas mías. Y me fue poca madre, mucho mejor que con el grupo. ‘Güey, de aquí soy’, dije. Allí empezó todo, vendí un carro —era 1996— y grabé un disco. Así hice Armando Palomas y la veladora. A esta grabación le siguieron una docena más, hasta llegar a De regreso al burdel de la soledad.
El 8 de agosto de 2008 es un día marcado en el calendario personal de Armando Palomas: un accidente automovilístico puso en riesgo su vida. Superada la que pudo ser una tragedia, quedó con una gran carga emotiva que, catalizada, fue el motor creativo para que naciera De regreso al burdel de la soledad, disco presentado el 1 de agosto de 2009 en el Multiforo Alicia, casi un año después del suceso carretero.
De regreso al burdel de la soledad es un trabajo elaborado con esmero y esto se constata desde la portada: pasta dura, forrada de terciopelo; mientras su contenido musical es una propuesta sonora donde la guitarra es protagonista y la voz pretende reposar en una línea melódica contenida, pero sin olvidar las letras catárticas, arriesgadas, con lo cual Palomas consigue que sus seguidores – cómplices, les llama él – sientan su cercanía con base en esas frases destructoras de figuras idílicas que tanto gustan a los seguidores del autor de La Canción Apocalíptica.
El álbum abre con «El amor descansa (en un jacuzzi)«, donde las rimas cursis quedan lejos y Palomas lo muestra al hablar de lo mismo de siempre pero de manera diferente:
El amor es un puerco enfadado /Y te puede pegar la encules / El amor siempre te esta esperando / pa´ morderte el cuello otra vez / Y el amor que más jode y destruye / es el de la primera vez / Pero hay uno / al que el Diablo le huye / es el que dura hasta la vejez /…el amor sólo quiere llevarte a la cama.
El segundo tema es «Marlon Brandon ya murió«, pleno de imágenes duras, palabras directas y golpes secos en la conciencia. Hay que leer la letra completa para comprobarlo: Soy un borracho feliz / una raya en el cajón.
La lista del disco sigue con «Tú y la borracha noche«, ahí el compositor le hace caso al diablo que le aconseja cantar, acompañado de guitarras bluseras, lo siguiente:
La noche me pide que beba unos tragos/ que beba del lago de la amargura / y quiero apretarte bien de tu cintura / y hacerte creer que quiero tu ayuda.
«Tan feliz como los pájaros» es la número cuatro: Tantos excesos / horas de oficina / ya ni tus besos / salvan mis huesos.
La siguiente rola es «(AC/DC) en la esquina de tu boca» que nos muestra a Palomas tal cual: Mucho menos cuando bebo otra cerveza / no hay un baño cerca y mira que lo siento / pero yo me orinaré en las escaleras.
En «Perdón por la extraña manera (de despertarte)» dice / canta: No se dónde quedaron mis tatuajes / no sé dónde olvidé también tu boca / La he de haber tirado en los drenajes / donde habitan un grifo y una golfa.
«Flaca (Don’t go Home)», «Regresé al burdel por ti», «Dulce canción (de chocolate con cianuro)», «Y yo con ganas (de beberme el suelo)» y «Gatos, perros y este asqueroso blues» son las canciones que completan el álbum. Para algunos pueden sonar divertidas, irresponsables, vulgares, pero denotan y arrastran situaciones reales; describen, con la neta como estandarte, cuadros ocultos pero existentes que Armando Palomas deja aprehendidos en esta autoproducción, dirigida por él con la compañía de Ernesto Castillo, guitarra; Mario Villalpando, bajo; Enrique Valdivia, percusiones; en el diseño, Israel Miranda y en la logística Abel Ricardo Vargas.
Canciones que para algunos pueden sonar vulgares pero describen con la neta como estandarte cuadros ocultos pero existentes.
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