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Ruta 100. Follaje…

Un recorrido por la llegada y evolución del blues en México, desde sus raíces en el sentir del esclavo negro hasta su influencia en el rock mexicano, destacando a bandas pioneras como Follaje y figuras clave como Javier Bátiz y Jorge García Ledezma.

Cantos espirituales, susurros, gritos y tonadas con sentimientos y fuertes reminiscencias del África negra poblaban los campos agrícolas de Estados Unidos a finales del siglo IX y principios del XX. Era la voz, la música primigenia que catalizaba el sentir del esclavo negro. Alguien llamó a esos sonidos blues, que, paradójicamente, alcanzó la libertad antes que sus creadores y a mediados de la centuria de 1900 ya se respiraba en otras latitudes, no sólo de Estados Unidos, sino del mundo.

A nuestro país el blues llegó a cuentagotas. Al iniciar los años sesenta, los Teen Tops lo mencionan en la canción «Rey criollo»: Cuando toca el blues / oh, yo me siento morir; poco después, músicos mexicanos lo ejecutaban en vivo, verbigracia, Javier Bátiz. Al finalizar esa década, el blues ya tenía adeptos en los barrios del entonces DF. Grupos como La Orgía, del norte de la ciudad, tocaban «Crying Won’t Help You Now», del eterno B.B. King, y a mitad de los años setenta, Jorge García Ledezma iniciaba su andar en Vampiro Blues Band. El mismo Jorge, junto con Lalo Chico, Adrián Nuñez y Rubén Martínez, fundó en 1981 Follaje, banda de blues que inicia su historial discográfico con un disco epónimo en 1985 y dos años después continúa con Ruta 100.

La salida de su segundo álbum coincidió con el lanzamiento de la campaña Rock en tu idioma, estrategia para comercializar rock en español y atraer la atención del público joven de ese 1987 que causó un beneficio colateral al rock mexicano al allanar el baldío que padeció en la primera mitad de los años ochenta.

En este panorama empezó a circular Ruta 100. El Lado A abre con la canción que da nombre al acetato, «Ruta 100»: La ciudad está caliente y la banda está igual / Ruta 100, Ruta 100 atravesando la ciudad… Un chofer con poca jefa / que trabaja pa pagar (en el disco Hoyos en la bolsa, El TRI graba esta canción). «Pero no», en su letra refiere: Una y otra vez / a ver quién te puede aguantar, chava. «El macho» lleva el mensaje: Ven conmigo al hotelito / pues te quiero amar / pero si tú no accedes…. «Micra» es instrumental. Y «La cueva del ladrón» es claridosa: Quiero saber qué es lo que pasa / con esta nación / la gente está más pobre / no tiene ni pa’ comer.

El Lado B incluye la canción de Rockdrigo González «Rock del Ete»: Adonde quiera se mete / y a las mujeres divierte / Cierren puertas y ventanas / escondan a sus hermanas / porque ahí viene el Ete. Follaje, como buena banda citadina, en la séptima canción se pasea por la ciudad y canta en «D.F. Blues»: Hacia el tren rumbo al sur / DF Blues en el autobús / vive su albur / cargando su cruz. El corte blue viene en «Solo, sin tu amor», que en su letra dice: Me levanté en la mañana / sentí un vacío y te miré / No es tiempo de mentiras / tomé las cosas y partí. El disco cierra con otro corte instrumental: «Los caballos».

Los músicos que intervinieron son: Julio Moran, batería; Isidoro Negrete, guitarra; Eduardo Chico, guitarra; Adrián Nuñez, bajo; y Jorge García, voz y armónica. La producción y los arreglos fueron realizados de manera colectiva por Follaje durante la grabación, en los Estudios Area, de los hermanos González.

Este disco, dice Jorge García:

«Nos dio a conocer, a pesar de la expectativa creada alrededor de Rock en tu Idioma. Con ‘Ruta 100’, ‘La cueva del ladrón’ y la versión de ‘Rock del Ete’ se nos abrieron varias puertas».

Por esa misma época experimentaron con voces femeninas. De esta forma, Nina Galindo, Rosina Conde y Tere Estrada cantaron con Follaje en diferentes etapas.

La salida de su segundo álbum coincidió con el lanzamiento de la campaña Rock en tu idioma que causó un beneficio colateral al rock mexicano al allanar el baldío que padeció en la primera mitad de los años ochenta. 

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