José Alfredo Jiménez, ícono de la música ranchera, cautivó al mundo con sus letras sinceras y melodías entrañables. Su legado perdura como maestro de las emociones, plasmando la riqueza de los sentimientos humanos en cada acorde.
El 19 de enero conmemoramos a uno de los artistas mexicanos que ha dejado una huella imborrable, José Alfredo Jiménez nacido en Dolores Hidalgo Guanajuato. Cantautor conocido como el Rey de la Música Ranchera.
En 1948 acompañado por el trío Los Rebeldes cantó por primera vez en la radio, pero fue hasta 1950 cuando empezó a ganar fama gracias a su canción Yo (grabada por Andrés Huesca y sus costeños) este fue el primero de muchos éxitos.
Así se inició una gran trayectoria que lo consagró como uno de los más destacados compositores de canciones rancheras en México. Los mejores cantantes e intérpretes competían por obtener los derechos de sus temas para incorporarlos a sus repertorios. Entre los artistas que interpretaron sus melodías se encuentran nombres ilustres como Jorge Negrete, Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía, Lola Beltrán, Javier Solís y la española María Dolores Pradera, entre otros. Algunas de sus canciones más memorables incluyen El rey, No me amenaces, Amanecí en tus brazos, Paloma querida, Caminos de Guanajuato, Caballo blanco y Un mundo raro.
El éxito como compositor y cantante llevó a José Alfredo Jiménez a una frenética actividad profesional. Además de sus presentaciones en recitales y conciertos, participó en teatro, televisión y radio, tanto en México como en el extranjero. También alcanzó gran popularidad en la pantalla grande en las películas Martín Corona (1950), Póquer de ases (1952), Guitarras de medianoche (1958) y La feria de San Marcos (1958).
La música de José Alfredo Jiménez arraigó profundamente en el gusto popular mexicano. Sus composiciones adquirieron enorme popularidad gracias a la belleza y simplicidad de sus letras y melodías, así como a la expresión sincera y directa de sentimientos con los que el público podía identificarse. El compositor logró plasmar con realismo y emoción contenida el amor y desamor, la nostalgia por la vida campesina y, en definitiva, toda la gama de los sentimientos humanos. Esto incluía el odio, la rabia o el desengaño, así como la ternura y magia que extraía a menudo de cualquier escena en apariencia insignificante de la vida cotidiana.
Información tomada de la red.